Llegan las navidades y los días libres parece que nos van a permitir ponernos al día de esas novedades que la dictadura del trabajo y la agenda nos impide cumplir, pero resulta que cuando menos te lo esperas tu apetito da un giro brusco y te empuja a saborear viejas glorias que huelen a salones recreativos. Esta es una pequeña historia sobre cómo las cosas, en videojuegos, no salen