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Tarde o temprano, los SSD comienzan a fallar porque sus células de memoria NAND Flash han llegado al límite de ciclos de lectura. De todos es bien sabido que la duración en el tiempo de las unidades de almacenamiento sólido es sensiblemente inferior a la de las unidades mecánicas. Pero ¿cómo sabemos que nuestro SSD está dando las últimas bocanadas de aire y qué sucede cuando se nos presenta esta situación?

A pesar que todos los fabricantes de unidades de almacenamiento sólido han ido depurando sus técnicas de TRIM y de wear levelling en sus diferentes modelos de SSD, el hecho es que las células de memoria NAND Flash siguen teniendo un límite de ciclos de escritura. Se considera “ciclo de escritura” al proceso de borrar la célula de todos los datos y volver a escribir nuevos datos en ella. A diferencia de los discos duros, en los que hay una interacción física entre el cabezal de lectura/escritura, las unidades sólidas basan su tecnología de almacenamiento de datos en cambios de estado en el voltaje que recibe la célula.

Por otro lado, a medida que se han ido desarrollando nuevas técnicas de almacenamiento de datos en las células de memoria NAND Flash, como las SLC, MLC, TLC y QLC, a la par que se ha incrementado la capacidad de almacenamiento de datos por cada célula, ha disminuido la vida útil de estas. Esta vida útil del SSD se suele expresar en TBW (Tera Bytes Writen), es decir, el número de datos que se pueden grabar en el SSD antes de que sus células comiencen a dejar de funcionar.

Cuando las células del SSD ya no funcionan, este las marcas como defectuosas

Al igual que sucede con los discos duros, las células que memoria que han dejado de funcionar correctamente, se marcan como sectores defectuosos por el controlador interno del SSD. De esta manera, cuando la unidad va a grabar datos, sabe que en esas células no lo puede hacer. Sin embargo, para paliar un poco el tema del desgaste de las células, las unidades de almacenamiento sólido vienen provistas de una mayor cantidad de espacio de almacenamiento interno, que se emplea en la función de wear levelling. Con las células de este espacio extra, lo que hace la unidad es equilibrar el desgaste del resto de las células de todo el SSD, de manera que se prolonga la vida operativa de este tipo de unidades de almacenamiento.

Sin embargo, cuando comienzan a aparecer sectores defectuosos en la unidad, no es que la unidad vaya a dejar de funcionar de un día para otro. No, lo que notaréis es un descenso de las prestaciones de la unidad, aunque puede seguir siendo utilizada “sin ningún problema” en cuanto a que os va a permitir hacer un back up de los datos que tenéis almacenados en ella. Y, por supuesto, cambiarla por otra nueva. Eso es imperativo, ya sea nuestra unidad un SSD o una unidad mecánica. La cuestión es que, cuando comienzan a aparecer sectores defectuosos en nuestro SSD, en el caso que aparezcan varios de golpe, está claro que las células de la unidad ya han llegado al máximo de ciclos de escritura. Y es muy probable que, si seguimos grabando datos en ella, estos puedan perderse al final por el mal estado de las células.

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